FIESTAS DE LA PATRIA,
ISABELA DE SAGUA, CUBA
Tte. Alcalde, Sr. Ramón Pérez
Vice-Presidentes
Consejal, Sr. Horacio R. Tabares
Conejal, Sr. Genaro Riera
Tesorero
Médico de Sanidad, Sr. Pedro G. Riera
Secretario General
Sr. Vicente Soler Miranda
Vocales
Sr. Presidente ”Círculo Isabelino”
Sr. Presidente “Sociedad “José González”
Sr. Presidente “Junta Municipal de Educación”
Cura Párroco de Sagua
Presidente “Gremio de Lancheros”
Presidente “Sociedad Asiática”
Presidente “Sociedad Cooperativa”
Jefes de Talleres Maquinaria
Administrador Aduana
Médico Municipal
Juez Municipal
Fiscal Municipal
Jefe de Policía
COMISION DE RECOLECTA
Presidente
Sr. José Rodríguez Feliú
Secretario
Sr. Antonio B. Peón
Vocales
Aurelio Morales, Antonio P. García, Constantino Gómez, Enrique Roa, José Rodríguez Valle, Custodio Valdés, José Roque González, Francisco Cabrera, Pelayo Corrales, Adolfo Mederos, Joaquín Casanova, José A. Hévia, Pedro Valdés, José Cebrián, Domingo Esterling, Tomás Velasco, Ernesto Ferriol, José Perdomo, Antonio Docurro, Guillermo Sowers, Ricardo Rasco, Rafael mesa, Anselmo Castellá, José Souto, Juan Ferrer.
Narciso Saez, Mateo Casanova, José G. Alvaré, Marcelino Santos, Salvador Pascual, Luis Doreste, Francisco E. Molina, Victor Santos, José López Negrón, Luis Muñecas, Eduardo A. Prieto, José María Moreno, Ulfredo Valdés, Manuel Pérez López, Enrique Ortíz, Mariano Albertini, Bernabé Roque, Leandro Cabrera, Angel Altuzarra, Fernando jaquet, Rogelio Riera, Fernando Corcho, Emiliano Fuentes, Martín Hevia, Angel Cebrián.
PREPARACION DE LA FIESTA EN ISABELA DE SAGUA
Los vecinos de este pintoresco y simpatico barrio, separado de la cabecera por 16 kilómetros de ferrocarril, quisieron, como era natural, celebrar también el memorable 20 de Mayo con alegres y suntuosas festividades, que resultaron ser digno complemento de las que dejamos descritas (fiestas en Sagua).
Tomó la iniciativa el “Círculo Isabelino” nombrando una commission de su seno, asociada de otras personas de la localidad. Confundidas todas en un loable y patriótico deseo, el de regocijarse honrando las patrias libertades, hicieron absoluta abstracción de procedencias y partidos.
Allí, como aquí, reinó el entusiasmo más sincero, y allí se acentuó más, porque en aquel barrio fue donde se realizó el acto oficial del cambio de banderas, haciendo bajar la americana del mástil de nuestra Aduana donde gallarda ondeaba subiendo en su lugar nuestra gloriosa enseña.
Este acto solemne revistió los caracteres de una verdadera apoteosis, realizándose entre ¡hurras! Vítores estruendosos y lágrimas de regocijo. Pero demos una ligera idea de aquellas fiestas, por orden cronológico, con los datos y el programa que tenemos a la vista.
LA ISABELA ENGALANADA
Puede decirse que, con raras excepciones, todas y cada una de las casas de la población puso su asta-bandera para que en su tope ondeara orgullosa nuestra enseña. Cortinas, cintas ramos, palmas, y flores veíanse con profusión en las fachadas de todos los edificios, aún en los más humildes hogares, dando a la barriada un aspecto alegre y encantador.
Bajo el puro azul de nuestro cielo, sin una mancha que oscureciera la diafanidad tropical, con un mar risueño, agitado tenuemente por ligera brisa, la Isabela semejaba un bosque de vistosos colores con sus gallardetes, insignas y banderas.
Los empleados del Ferrocarril levantaron frente al taller de fundición hermoso arco de triunfo con distintas alegorías dedicado “A las alegrías de la Patria” .
Y a partir desde allí, por toda la carrilera, hasta llegar al templo, dos hileras de palmas, continuadas sin interrupción, formando pequeños arcos y pabellones, entretejidos con flores y los colores nacionales hacían de “La Carrilera” un hermoso paseo, un bosque de verdura y guinaldas de alegres matices que encantaban al espectador, dando la más completa idea del buen gusto y entusiasmo con que aquellos vecinos deseaban saludar al día felíz. De noche, el golpe de vista de la enramada era sorprendente; iluminada con miles de farolillos de colores variados, tenía un aspecto fantástico. ¿Era aquello un sueño o una realidad?, ¿Sería que nuestros sentidos, excitados por el placer que a todos nos embargaba, nos hiciese ver las cosas centuplicando sus atractivos?
El placer de “Mora” fue también gustoso y artísticamente decorado con profusiónde banderas, palmas y flores. En su centro se elevó un lúcido arco, estilo renacimiento, ostentando en su frente principal el escudo de la patria, símbolos de la libertad y varios letreros, destacándose uno que con gruesos caracteres decía: “A los Mártires de la Patria, la Isabela agradecida.”
Aquel fue el centro principal de reunión del pueblo, sobre todo por las tardes, quemándose por la noche vistosos fuegos de artificio en medio de los ¡vivas! de la multitud entusiasmada, y los ecos melodiosos de la magnífica orquesta que repetía sin cesar el himno de Bayamo.
Pero algo que llamó extraordinariamente la atención fue la obra de los entusiastas convecinos Sres. Marcelino Santos y Mateo Casanova. A fuerza de la constante e inteligente labor de varios meses, para dedicarla a este día de inolvidables emociones, lograron imitar de modo tan magistral a la Estatua de la Libertad de New Cork, dándole una elevación de más de cincuenta pies, que la obra fue un verdadero triunfo de artista. Colocase la imitación en una miniatura (comparándola con su original) frenta a la iglesia, en el pequeño parque, e iluminada ad hoc, con un manojo de luces de gas acetileno en mano, mirando hacia el Norte, el brazo levantado, irradiando una luz vívida, blanca y pura cuyos resplandores alcanzaban a gran distancia. Arremolinábase el pueblo a su alrededor mirando también al Septentrión, dando gracias a los que, con su poderoso empuje, ayudaron a redimir la patria de los dolores que la habían martirizado. En este lugar huvo después una escena digna de describirse, y de la que hablamos más adelante.
Los muelles y avenidas fueron igualmente engalanados cruzándose las banderas y cintas de uno a otro hogar, como señal inequívoca de que, ante las supremas alegrías de la patria, borrábanse los humanos recelos y se unían los corazones para regocijarse como hermanos, con esperanzas en días venturosos.
El “Círculo Isabelino”, la sociedad “José González” y la Aduana, se engalanaron tan brillantemente, que fueron objeto de merecidos aplausos. En el primero, formando hermoso pabellón, nuestro triágulo rojo y estrella solitaria, cruzábase cariñoso con la insignia de las franjas y mútiples estrellas artisticamente enlazadas con la bandera de oro y gualda de nuestros progenitores. Aquello fue un triunfo de la paz alcanzado por la revolución; un hermoso acto de amistad y armonía entre la nación, una vez grande y poderosa conquistadora de mundos : su hija emancipada, soberana ya, y la patria de Washington, soberbia y pujante, formidable valladar de la democracia y de las libertades de América.
Hubo en la preparación de las festividades de la Isabela otra nota culminante. Esta fue el haber armando en guerra, aparejándola de fragata, una pequeña falúa de unas seis toneladas, montándole pequeños cañones, y de tal modo arreglándola para la fecha esperada, que el trabajo penoso de envelarla cual correspondía a su orden, ponerle las jarcias, aparejos, &, fue obra de paciencia y gusto de parte del Sr. Víctor Santos y otros amigos que con él colaboraron, y cuyos nombre sentimos no recordar. Esta Corbeta de guerra en miniatura, representando la marina cubana debía desempeñar luego importante papel en las fiestas, dándoles mucho realce, y halagando a los marinos con la esperanza de que en época no lejana, aquel simulacro de barco de combate, podría llegar a ser una realidad, para honra y prez de la clase, y para hacer a la pátria respetada en toda su personalidad internacional.
Kioscos levantados en el Parque Pelón (Sagua La Grande), junto al río , a donde llegó la flotilla de Isabela de Sagua.
...continua en la Segunda Parte...
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